Deambulo y crujen las hojas bajo mis pies descalzos, un niño llora desconsolado en mi regazo hasta quedarse dormido, una luz baña mi sien como queriendo llevárselo todo. Tengo un agujero en el pecho como un árbol hueco, como la luna llena, como un violín sin arco. Es complicado ¿sabes? Lo estoy intentando pero a veces aprieta, ya me arranqué casi todas las cuerdas, el temporal está amainando. Veo tu cara en el rocío, todo confabula y se alinea, todo me recuerda a ti. Me estrangularon con hilos de plata, desde entonces guardo un arma en el liguero, desde entonces llevo guantes blancos. Pensaba que vagaba a la deriva pero creo que orbito a tu alrededor; hasta que se me acabe el oxígeno, hasta fundirme con el sol. Se me nublan los sentidos, se estrellan todos los platillos volantes, se rompen todos los vinilos.
Yo no quería pero apareciste, y cuando lo hiciste te llevaste la máscara y la espada, el alambre y la sal. Ahora solo queda el yeso húmedo que se ralla con las uñas, un brote verde y tierno que sale de la nieve, un destello que anuncia el verano. He vendido el oro que no tengo, he rezado una plegaria sin fe, he bailado sobre alguna tumba; todo era gris y añil antes de ti, todo era una ecuación sin sentido antes de ti.
Ahora solo queda el consuelo del error premeditado, ahora solo quedamos nosotros.